Forjamos el abismo que nos separa,
trenzamos los hilos de acero,
las arenas movedizas,
que nos rodean son la mejor de nuestras defensas.
Nos atrincheramos,
entre los muros de nuestra ilusoria
"seguridad"
y desde lo mas alto del torreon de la desdicha,
gritamos a pleno pulmon,
que alguien resquebraje los muros,
de este astio,
que llamamos desconfianza,
o supervivencia.
Ironico ¿verdad?,
esa estupida necesidad humana,
espejismo de fiavilidad,
por el cual,
el recelo es la rutina de comportamiento aprendido pricipal,
y luego nos pasamos la vida,
esperando en silencio,
en lo mas profundo de nuestra alma,
a que llegue esa persona,
"digna de confianza"
que supere las "pruebas"
que atraviese la coraza
que con tanto esmero
y arduo trabajo,
labramos.
Tan solo es cuestion de estadistica,
somos nosotros quienes
esbozamos con el pincel de nuestros pasos,
el abismo que nos rodea.
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